Hay horas que
mi mente da rienda suelta a la imaginación y en su
loco afán por especular, busca satisfacerse en el
mundo de lo irreal. Recoge de lo desconocido palabras
que en conjunto forman ideas que a veces me llenan de
alegría y otras me abruman de tristeza.
Es así, como
en cierta oportunidad llegó a mi mente el recuerdo
de mi época de postulante; con él acudieron las
aventuras de aquellos con que providencialmente
compartía las mismas inquietudes: Recordaba que una
vez ingresado, todos comentaban la tremenda "HAZAÑA",
pero ¿Acaso dedicaban un momento para ponerse a
pensar en el futuro de aquellos que no lograron su
objetivo?. Y es que cuando llega una alegría que
embarga cada uno de los corazones, nos olvidamos
hasta de conceder una palabra de aliento a quienes más
la necesitan. Sabido es que nos dejamos llevar por la
loca algarabía que en esos instantes transcienden
los límites de lo común y nos hacen cometer actos
que denigran al propio hombre. Muchos con la cabeza
baja, se alejan esperando una nueva oportunidad. Para
ellos las esperanzas no se pierden y siguen adelante
hasta poderlo conseguir, siempre y cuando alguna
fuerza mayor no los hagan desistir. Otros, viéndose
abatidos por la burla y la crítica mal sana esperan
una voz de aliento, pero al no encontrarla, desisten.
Buscan un trabajo que tal vez duradero no sea, porque
en esta situación dependen de otros y no de sí
mismos. Si por mala suerte o por alguna imprevisión
prescindieran de sus servicios, seguirán rodando por
el mundo hasta encontrar otro lugar donde los puedan
cobijar. Pero si gracias al destino consiguieran una
posición fija, se aferran de ella para no volver a
rodar ni seguir siendo el juguete de un destino que
ellos jamás delimitaron.
Es que cada
rostro, cada imagen; alumno o postulante, es una
sucesión de hechos. Cada uno, no importando
condiciones ni posiciones, tiene una historia
viviente para contar. Penosa o alegre, pero es una
experiencia que está presta a compartirla.
En medio del
ir y venir de mis recuerdos, una fuerza extraña me
vuelve a la realidad. Y al despertar de este divagar
por el mundo de las especulaciones, es cuando
comprendo la diferencia que hay entre el sueño y realidad.